La uva-pasa Moscatel de Alejandría en la Axarquía: Un patrimonio en peligro

06.08.2024

- Esta tradición, aunque rica en patrimonio cultural y agrícola, se enfrenta a varios desafíos que amenazan su continuidad.  El relevo generacional es escaso y la falta de incentivos económicos y de apoyo institucional agrava aún más la situación

- La uva-pasa Moscatel de Alejandría no es solo un producto; es el testimonio vivo de una forma de vida, de un saber hacer transmitido de generación en generación que merece ser preservado

En la comarca de la Axarquía, la vendimia de la uva-pasa Moscatel de Alejandría es una tradición que se enfrenta a un futuro incierto. Este cultivo, tan arduo como fascinante, se realiza en pendientes tan pronunciadas que la maquinaria moderna apenas tiene cabida, lo que obliga a los agricultores a recurrir a métodos ancestrales y animales de carga, principalmente mulos, para el transporte de las uvas. Este proceso, a pesar de su dureza, ha sido reconocido por la FAO en 2019 como un Sistema Importante del Patrimonio Agrícola Mundial (SIPAM), un distintivo que sin embargo, no ha logrado mejorar significativamente las condiciones de los agricultores locales.

La labor de la vendimia comienza con la recolección de las uvas, una tarea que requiere destreza y resistencia. Los trabajadores, muchos de ellos pertenecientes a familias que han pasado esta tradición de generación en generación, cargan las uvas en mulos y las transportan a los 'toldos' o paseros. En estos espacios al aire libre, el sol andaluz realiza la parte más visible del proceso: el secado de las uvas hasta convertirlas en pasas.

Este paso es crucial y está lleno de incertidumbre. La lluvia, siempre impredecible, puede arruinar semanas de trabajo en cuestión de segundos, forzando a los campesinos a cubrir los paseros con lienzos en una carrera contra el tiempo. Una vez que las uvas se han convertido en pasas, comienza otra fase igualmente intensa: el picado de las pasas. En el 'Lagar', familias enteras, desde niños hasta abuelos, participan en esta actividad que consiste en separar las pasas adecuadas de las que necesitan más tiempo al sol, las cuales se colocan en los 'zarzos' para un secado final.

Falta de relevo generacional y falta de apoyo institucional

Esta tradición, aunque rica en patrimonio cultural y agrícola, se enfrenta a varios desafíos que amenazan su continuidad. El relevo generacional es escaso, ya que la juventud se muestra reticente a continuar con un trabajo tan duro y mal remunerado. La falta de incentivos económicos y de apoyo institucional agrava aún más la situación. Los distintivos como el SIPAM, aunque reconocen el valor del cultivo, no se traducen en mejoras tangibles para los agricultores que día a día luchan por mantener viva esta tradición.

La falta de empatía por parte de los organismos institucionales es otro factor que pesa sobre los hombros de estos agricultores. Las políticas de apoyo son insuficientes y no abordan de manera efectiva las necesidades reales del sector. Mientras tanto, el mercado global y las dinámicas económicas actuales no favorecen a los pequeños productores, quienes ven cómo sus esfuerzos se desvanecen en un entorno cada vez más hostil.

Es urgente que se tomen medidas para salvaguardar este cultivo único, no solo por su valor económico, sino también por su importancia cultural y ecológica. La uva-pasa Moscatel de Alejandría no es solo un producto; es el testimonio vivo de una forma de vida, de un saber hacer transmitido de generación en generación que merece ser preservado.

La vendimia en la Axarquía es un claro ejemplo de cómo el patrimonio agrícola puede estar en peligro si no se adoptan medidas adecuadas para protegerlo. La comunidad internacional, junto con los gobiernos locales y nacionales, debe actuar con celeridad y determinación para garantizar que esta tradición no desaparezca, brindando el apoyo necesario a los agricultores y promoviendo un relevo generacional que asegure la continuidad de este valioso patrimonio.

En definitiva, la uva-pasa Moscatel de Alejandría de la Axarquía es un tesoro que debe ser preservado. Su proceso de producción, aunque arduo, es un testimonio de la resiliencia y la dedicación de los agricultores locales. Con el apoyo adecuado, este cultivo puede no solo sobrevivir, sino también prosperar, asegurando que las futuras generaciones puedan disfrutar de este fruto único y de la rica tradición que lo acompaña.